Nuestra mente funciona de una manera extraordinaria. Es
asombroso ver cómo hay recuerdos aparentemente irrelevantes que se quedan
grabados en ella cómo si nos los hubieran tatuado a fuego en las entrañas y
otros que desaparecen cómo granos de arena empujados por la corriente de un
río. Simplemente hay momentos o lugares que hacen un “clic” en nuestro cerebro llenando
nuestras retinas de imágenes del pasado y da igual el presente pues nuestros
ojos no ven nada de lo que hay a nuestro alrededor… sólo ven el ayer que se
quedó grabado.
Y hoy voy andando por esa calle por la que he pasado tantas
y tantas veces y a mi cabeza viene tu recuerdo que me inunda cómo si la única
vez que hubiera recorrido esas aceras hubiera sido disfrutando de tu compañía. Y
no sé si es por ti, que tienes esa fuerza sobre mí o si es porque hay lugares
que están ligados en mi cabeza con personas muy concretas. Y en ese caso tú y
sólo tú eres el dueño de esa calle de Madrid en mi mente. Y a día de hoy no hay
nada que pueda evitar que cada vez que la recorro tu imagen venga a mí, tan
nítida cómo si mis ojos la estuvieran viendo de nuevo.

